Anna Karénina y Madame Bovary: cada una infiel y desdichada a su manera

Después de haber llevado al teatro a Emma Bovary, la directora Carme Portaceli se atreve ahora a subir al escenario a la otra gran mujer infiel de la literatura moderna (sin olvidar a Lady Chatterley), Anna Karénina. Portaceli, una virtuosa en trasladar a escena grandes novelas (lo ha hecho con Jane Eyre, de Charlotte Brontë, Frankenstein, de Mary Shelley, La madre de Frankenstein de Almudena Grandes, Mrs. Dalloway, de Virginia Woolf, y La casa de los espíritus, de Isabel Allende), acomete ahora la monumental Anna Karénina, de Tolstói, mil páginas, una de las cimas de la narrativa, en un montaje que se estrena el jueves en la sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) en Barcelona (hasta el 29 de diciembre), con Ariadna Gil, que ya hizo de Jane Eyre, en el rôle-titre.

El espectáculo, de 2 horas y 55 minutos (incluido entreacto) se basa en la adaptación de Anna Maria Ricart, habitual colaboradora de Portaceli, a partir de la traducción al catalán de Andreu Nin, y ambas, Ricart y Portaceli firman la dramaturgia. En el reparto, junto a Gil, Borja Espinosa como el amante de Anna, Vronsky; Jordi Collet como su marido, Alexséi Aleksándrovich Karenin; Eduard Farelo como Stiva (Stepán Arkádevich), su hermano; Bea Segura como su cuñada, Dolly; Mirial Moukhles como la hermana de esta, Kitti, y Bernard Quintana como el pretendiente de Kitti, Levin (personaje con el que Tolstói se identificaba). La actriz y música belga de origen ruandés Andie Dushmine es la voz del narrador o la conciencia, y canta. Anna Karénina es una producción del TNC (del que es directora Portaceli) con el KVS de Bruselas, el Teatro Nacional Sao Joao de Porto y el Théâtre des Ameandiers-Nanterre.

“No sé si Tolstói leyó Madame Bovary, pero hay muchas conexiones significativas”, señala Portaceli, que recuerda que la novela de Flaubert es de 1857 y Anna Karénina de justo 20 años después, 1877. De hecho, los estudiosos no se ponen de acuerdo en el grado de influencia que tuvo una novela en la otra. Los hay que califican a Anna de “la prima rusa de Emma Bovary”. Lo indiscutible es que Madame Bovary estaba entre los libros de la biblioteca de Tolstói y que el escritor ruso se encontraba en París en pleno escándalo por la publicación de la novela de Flaubert, por la que fueron llevados a juicio, acusados de ultraje a la moral, el autor y sus editores.

Son notables las similitudes entre las protagonistas, Enma Roualt y Anna Arkádevna, que han pasado ambas a la historia de la literatura con los apellidos de sus esposos, y en la trama: mujer joven con hijo pequeño (hija en caso de Ema Bovary) casada con un marido que le aburre, embarcada en un amor apasionado y que no funciona como ella querría, y suicidio (vía tren, y valga la expresión, o veneno).

George Steiner consideró muy diplomáticamente que “todo lo que puede decirse es que Anna Karénina fue escrita con algún conocimiento de su predecesora”, mientras que en su texto de referencia Anna Karenina: Tolstoy’s polemic with Madame Bovary (The russian review, vol. 54, 1995), Priscilla Meyer señala muchas coincidencias, como, entre otras, las sendas escenas de baile que marcan el destino de las dos protagonistas, ambas de cabello oscuro; el motivo del viaje (el tren y la diligencia, la Hirondelle), o los parecidos entre dos personajes go-between que mueven la acción como son Oblonsky y Homais. En todo caso, Meyer ve a Anna como una heroína más potente, una “versión idealizada” de Emma Bovary y purificada de la preocupación por el estatus social y el lujo de esta.

Escena de 'Anna Karènina'

“Emma lee mucha novela romántica y cree que el amor romántico la salvará de su vida aburrida con Charles, mientras que Anna se enamora locamente de Vronsky”, señala Portaceli. “Ambas luchan por una felicidad que supuestamente les ha de dar el amor y que no es posible; la sociedad no se lo pone fácil a ninguna de las dos”. “Anna Karénina me gusta muchísimo, es inabarcable, por supuesto; Tolstói es un gran conocedor del alma humana, una bestia; no hay nada igual, quizá Lorca”, añade. La novela arranca con las famosas líneas “todas las familias felices se parecen, las desdichadas lo son cada una a su manera”. Portaceli se las hace decir a Andie, la voz y conciencia del narrador, “una actriz extraordinaria” que ha trabajado con Milo Rau. “Todos son infelices en el fondo, viven en ese mundo tratando de encontrar la felicidad”, reflexiona la directora. Es un ambiente muy chejoviano. “Sí, esa cosa rusa, emocional, ese viaje en el alma humana. Nosotros mismos nos hemos contagiado, estamos emocionadísimos con Anna, no podemos ni dormir”.

¿Cómo han hecho la adaptación de esas mil páginas y multitud de personajes y situaciones para hacerla posible en el escenario? “Hemos tratado de ser fieles a lo que creemos que dice Tolstói, y hemos concentrado todo en los personajes esenciales”. La novela es mucho más que la historia de Anna Karénina. “Sí, Tolstói muestra varios tipos de pareja, la incipiente de Levin y Kitti, la de muchos años de Stiva y Dolly, y la de Anna y Alexei rota por una tercera persona, Vronsky, como pasa en el mundo cada segundo y medio”. La directora añade: “No me esperaba que hablara tanto de la vida, la evanescente felicidad y el camino hacia la muerte, única certeza que está siempre ahí como decía el otro día José Mujica”. Anna Karénina, “es una mujer que lucha por su felicidad y por amar como cree que ha de amar, siendo infiel pero abiertamente, negándose al engaño, por ello se enfrenta al mundo, que la repudia, y a ese marido que es frío, moralista e intolerante como el pastor protestante de Fanny y Alexander”.

Un momento de la función de 'Anna Karènina'

Portaceli ha optado por una puesta en escena sobria. “Estoy muy minimalista, más que nunca, el espectáculo son los personajes y lo que les pasa, cómo se enfrentan a sus sentimientos y a la reacción de la sociedad”. El vestuario es “atemporal” con algún guiño: los hombres van todos con botas y Anna con un gorro ruso. La banda sonora es “muy importante, como siempre en mis montajes, y tiene mucho que ver con lo que pasa por dentro de los personajes”. No ha tratado de ilustrar la época. La directora utiliza proyecciones, como suele: “Pienso, no lo haré, y vuelvo a ponerlas, me ayudan mucho a crear una atmósfera, casi mágica”. En el espectáculo aparecen trenes, “claro, son muy claves en la historia, desde el principio, cuando aparece Anna, conoce en la estación de Moscú a Vronsky y un hombre resulta arrollado por el tren, lo que ella considera mal presagio, hasta su suicidio casi al final”.

De las instrucciones que le ha dado a Ariadna Gil para encarnar a Anna —con la que la actriz comparte “esa sonrisa que parece flotar entre los labios y los ojos” (Tolstói)—, apunta: “Le he dicho que es una mujer fuerte y que lucha con todos por lo que cree, que se enamora locamente”. Ah, el amor romántico, como un resplandor. “Es el que nos han enseñado y bastantes problemas nos trae, dura lo que dura; Anna cree que podrá con todo lo que ese amor le acarree, y no puede. De nuevo como Mújica: ‘Traté de cambiar el mundo, y no cambié un carajo’”. Así acaba Anna, tras lanzarse a las vías, sobre una mesa en la caseta de la estación, el cuerpo ensangrentado, tendido impúdicamente ante las miradas, la cabeza intacta, “una expresión extraña y lastimosa en los labios y horrible en los ojos inmóviles y sin cerrar”.

Una imagen de 'Anna Karènina' en el TNC

La directora recomienda a los espectadores que vayan “con espíritu abierto”. Dice que importa si han leído o no la novela, “aunque cuanto más sabes más disfrutas”. En otras adaptaciones al teatro, señala, “mucha gente me ha dicho que luego han disfrutado leyendo o releyendo las novelas”. La gente hoy lee menos. “Sí, cada vez la gente sueña menos y lee menos ficción que es lo que sirve para soñar”.

Ariadna Gil, que destaca que “Carmen no te deja nunca sola”, reflexiona que “te identificas con muchos momentos de la historia”, y considera que la importancia de la protagonista en Anna Karénina estriba en “cómo modifica a los otros personajes, el efecto de su transgresión en la vida de los demás”.

Entre las actividades paralelas al espectáculo, que realizará una amplia gira internacional, figura el podcast en directo, Desig i revolució el próximo día 28, con Carlota Rubio coordinadora del suplemento Quadern de EL PAÍS y la periodista Rita Roig.

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 Carme Portaceli sube a escena en el Teatre Nacional de Catalunya a la heroína de Tolstói, encarnada por Ariadna Gil, después de hacerlo con la de Flaubert  

Después de haber llevado al teatro a Emma Bovary, la directora Carme Portaceli se atreve ahora a subir al escenario a la otra gran mujer infiel de la literatura moderna (sin olvidar a Lady Chatterley), Anna Karénina. Portaceli, una virtuosa en trasladar a escena grandes novelas (lo ha hecho con Jane Eyre, de Charlotte Brontë, Frankenstein, de Mary Shelley, La madre de Frankenstein de Almudena Grandes, Mrs. Dalloway, de Virginia Woolf, y La casa de los espíritus, de Isabel Allende), acomete ahora la monumental Anna Karénina, de Tolstói, mil páginas, una de las cimas de la narrativa, en un montaje que se estrena el jueves en la sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) en Barcelona (hasta el 29 de diciembre), con Ariadna Gil, que ya hizo de Jane Eyre, en el rôle-titre.

El espectáculo, de 2 horas y 55 minutos (incluido entreacto) se basa en la adaptación de Anna Maria Ricart, habitual colaboradora de Portaceli, a partir de la traducción al catalán de Andreu Nin, y ambas, Ricart y Portaceli firman la dramaturgia. En el reparto, junto a Gil, Borja Espinosa como el amante de Anna, Vronsky; Jordi Collet como su marido, Alexséi Aleksándrovich Karenin; Eduard Farelo como Stiva (Stepán Arkádevich), su hermano; Bea Segura como su cuñada, Dolly; Mirial Moukhles como la hermana de esta, Kitti, y Bernard Quintana como el pretendiente de Kitti, Levin (personaje con el que Tolstói se identificaba). La actriz y música belga de origen ruandés Andie Dushmine es la voz del narrador o la conciencia, y canta. Anna Karénina es una producción del TNC (del que es directora Portaceli) con el KVS de Bruselas, el Teatro Nacional Sao Joao de Porto y el Théâtre des Ameandiers-Nanterre.

“No sé si Tolstói leyó Madame Bovary, pero hay muchas conexiones significativas”, señala Portaceli, que recuerda que la novela de Flaubert es de 1857 y Anna Karénina de justo 20 años después, 1877. De hecho, los estudiosos no se ponen de acuerdo en el grado de influencia que tuvo una novela en la otra. Los hay que califican a Anna de “la prima rusa de Emma Bovary”. Lo indiscutible es que Madame Bovary estaba entre los libros de la biblioteca de Tolstói y que el escritor ruso se encontraba en París en pleno escándalo por la publicación de la novela de Flaubert, por la que fueron llevados a juicio, acusados de ultraje a la moral, el autor y sus editores.

Son notables las similitudes entre las protagonistas, Enma Roualt y Anna Arkádevna, que han pasado ambas a la historia de la literatura con los apellidos de sus esposos, y en la trama: mujer joven con hijo pequeño (hija en caso de Ema Bovary) casada con un marido que le aburre, embarcada en un amor apasionado y que no funciona como ella querría, y suicidio (vía tren, y valga la expresión, o veneno).

George Steiner consideró muy diplomáticamente que “todo lo que puede decirse es que Anna Karénina fue escrita con algún conocimiento de su predecesora”, mientras que en su texto de referencia Anna Karenina: Tolstoy’s polemic with Madame Bovary (The russian review, vol. 54, 1995), Priscilla Meyer señala muchas coincidencias, como, entre otras, las sendas escenas de baile que marcan el destino de las dos protagonistas, ambas de cabello oscuro; el motivo del viaje (el tren y la diligencia, la Hirondelle), o los parecidos entre dos personajes go-between que mueven la acción como son Oblonsky y Homais. En todo caso, Meyer ve a Anna como una heroína más potente, una “versión idealizada” de Emma Bovary y purificada de la preocupación por el estatus social y el lujo de esta.

Escena de 'Anna Karènina'
Escena de ‘Anna Karènina’David Ruano

“Emma lee mucha novela romántica y cree que el amor romántico la salvará de su vida aburrida con Charles, mientras que Anna se enamora locamente de Vronsky”, señala Portaceli. “Ambas luchan por una felicidad que supuestamente les ha de dar el amor y que no es posible; la sociedad no se lo pone fácil a ninguna de las dos”. “Anna Karéniname gusta muchísimo, es inabarcable, por supuesto; Tolstói es un gran conocedor del alma humana, una bestia; no hay nada igual, quizá Lorca”, añade. La novela arranca con las famosas líneas “todas las familias felices se parecen, las desdichadas lo son cada una a su manera”. Portaceli se las hace decir a Andie, la voz y conciencia del narrador, “una actriz extraordinaria” que ha trabajado con Milo Rau. “Todos son infelices en el fondo, viven en ese mundo tratando de encontrar la felicidad”, reflexiona la directora. Es un ambiente muy chejoviano. “Sí, esa cosa rusa, emocional, ese viaje en el alma humana. Nosotros mismos nos hemos contagiado, estamos emocionadísimos con Anna, no podemos ni dormir”.

¿Cómo han hecho la adaptación de esas mil páginas y multitud de personajes y situaciones para hacerla posible en el escenario? “Hemos tratado de ser fieles a lo que creemos que dice Tolstói, y hemos concentrado todo en los personajes esenciales”. La novela es mucho más que la historia de Anna Karénina. “Sí, Tolstói muestra varios tipos de pareja, la incipiente de Levin y Kitti, la de muchos años de Stiva y Dolly, y la de Anna y Alexei rota por una tercera persona, Vronsky, como pasa en el mundo cada segundo y medio”. La directora añade: “No me esperaba que hablara tanto de la vida, la evanescente felicidad y el camino hacia la muerte, única certeza que está siempre ahí como decía el otro día José Mujica”. Anna Karénina, “es una mujer que lucha por su felicidad y por amar como cree que ha de amar, siendo infiel pero abiertamente, negándose al engaño, por ello se enfrenta al mundo, que la repudia, y a ese marido que es frío, moralista e intolerante como el pastor protestante de Fanny y Alexander”.

Un momento de la función de 'Anna Karènina'
Un momento de la función de ‘Anna Karènina’DAVID RUANO

Portaceli ha optado por una puesta en escena sobria. “Estoy muy minimalista, más que nunca, el espectáculo son los personajes y lo que les pasa, cómo se enfrentan a sus sentimientos y a la reacción de la sociedad”. El vestuario es “atemporal” con algún guiño: los hombres van todos con botas y Anna con un gorro ruso. La banda sonora es “muy importante, como siempre en mis montajes, y tiene mucho que ver con lo que pasa por dentro de los personajes”. No ha tratado de ilustrar la época. La directora utiliza proyecciones, como suele: “Pienso, no lo haré, y vuelvo a ponerlas, me ayudan mucho a crear una atmósfera, casi mágica”. En el espectáculo aparecen trenes, “claro, son muy claves en la historia, desde el principio, cuando aparece Anna, conoce en la estación de Moscú a Vronsky y un hombre resulta arrollado por el tren, lo que ella considera mal presagio, hasta su suicidio casi al final”.

De las instrucciones que le ha dado a Ariadna Gil para encarnar a Anna —con la que la actriz comparte “esa sonrisa que parece flotar entre los labios y los ojos” (Tolstói)—, apunta: “Le he dicho que es una mujer fuerte y que lucha con todos por lo que cree, que se enamora locamente”. Ah, el amor romántico, como un resplandor. “Es el que nos han enseñado y bastantes problemas nos trae, dura lo que dura; Anna cree que podrá con todo lo que ese amor le acarree, y no puede. De nuevo como Mújica: ‘Traté de cambiar el mundo, y no cambié un carajo’”. Así acaba Anna, tras lanzarse a las vías, sobre una mesa en la caseta de la estación, el cuerpo ensangrentado, tendido impúdicamente ante las miradas, la cabeza intacta, “una expresión extraña y lastimosa en los labios y horrible en los ojos inmóviles y sin cerrar”.

Una imagen de 'Anna Karènina' en el TNC
Una imagen de ‘Anna Karènina’ en el TNCDAVID RUANO

La directora recomienda a los espectadores que vayan “con espíritu abierto”. Dice que importa si han leído o no la novela, “aunque cuanto más sabes más disfrutas”. En otras adaptaciones al teatro, señala, “mucha gente me ha dicho que luego han disfrutado leyendo o releyendo las novelas”. La gente hoy lee menos. “Sí, cada vez la gente sueña menos y lee menos ficción que es lo que sirve para soñar”.

Ariadna Gil, que destaca que “Carmen no te deja nunca sola”, reflexiona que “te identificas con muchos momentos de la historia”, y considera que la importancia de la protagonista en Anna Karénina estriba en “cómo modifica a los otros personajes, el efecto de su transgresión en la vida de los demás”.

Entre las actividades paralelas al espectáculo, que realizará una amplia gira internacional, figura el podcast en directo, Desig i revolució el próximo día 28, con Carlota Rubio coordinadora del suplemento Quadern de EL PAÍS y la periodista Rita Roig.

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