La película cuenta la historia real de una policía nacional que se introdujo en ETA durante ocho años
Hay historias que parecen de película. La de Aranzazu Berradre Marín ahora lo es. Aranzazu es el pseudónimo que utilizó una policía nacional de 22 años cuando se infiltró en el Movimiento de Objeción de Conciencia de Logroño para llegar hasta la banda terrorista ETA. La operación, que se alargó durante ocho años, se ha adaptado al cine en La infiltrada de la mano de la directora Arantxa Echevarría y con Carolina Yuste y Luis Tosar de protagonistas.
Como parte de los encuentros exclusivos para suscriptores de EL PAÍS+, el diario organizó un pase de preestreno de la película al que siguió un coloquio con la directora y Tosar. El periodista Gregorio Belinchón fue el encargado de conducir la conversación, que tuvo lugar en los cines Embajadores, en Madrid.
Belinchón inició la entrevista preguntando directamente lo que todos querían saber. ¿Habían contado con la Arantxa real para la película? ¿Habían podido hablar con ella? La respuesta, tal vez desalentadora, fue un firme no. “Pudimos hablar con El Inhumano (interpretado por Tosar) y con los policías que habéis visto en la película. Empezaron a contar cosas de Arantxa, cómo fue el operativo… Todo lo que veis es narrado por ellos. Y llegó el momento en que dije ‘Ya no quiero conocer a la Arantxa de verdad’, porque yo ya me imaginaba mi Arantxa y, como conozca a una que no tenga nada que ver con esta chica, me cambia todo el guion”, explicó la directora.
A pesar de no haber contado con el testimonio de la protagonista, la directora presume del realismo de su trabajo. Si bien no se puede asegurar que todo lo que pasó en la vida real está en la película, sí se puede saber que casi todo lo que pasa en la cinta ocurrió en la vida real: “Aunque hay cosas que parecen increíbles, solo hubo dos cosas que no pasaron”. ¿Las dos licencias? El momento en el que Txapote, tras matar al concejal del PP Gregorio Ordóñez, sale del restaurante donde ha cometido el crimen y se choca con Arantxa. “Pude hablar con la persona con la que se chocó, dice que se quedaron mirando y que él se fue andando”, contó la directora. La otra escena ficcionada es la conversación de Polo y Arantxa durante la noche porque necesitaban “encarar la maldad con la desprotección de la bondad”.
Luis Tosar y Arantxa Echevarría conversan con los suscriptores de EL PAÍS en los cines Embajadores de Madrid.Álvaro García
Uno de los puntos más interesantes de la película es el factor humano. A pesar de que la infiltrada convive con personas que están en el polo moral y ético opuesto al suyo, necesita apoyarse en ellos, vivir con ellos y, a veces, dejar las diferencias de lado. “La propia empatía del ser humano tiene que surgir porque somos así, aunque me imagino que le provocaría una dicotomía mental”, declaró Tosar. La directora resaltó, como parte de ese factor humano latente en toda la trama, cómo llega un momento de la película donde un operativo policial se puede desarticular por los problemas de convivencia de dos personas.
La película también narra la tensa relación entre la policía y El Inhumano. “Era su superior, nunca hay que olvidarlo, no era su amigo, ni su padre. Le doblaba la edad y le daba una de cal y una de arena”, recordó Echevarría, quien quiso hacer énfasis en que este perfil, con estas características, era el único contacto de la policía durante muchos años y que ni siquiera su familia sabía que estaba infiltrada.
El director de fotografía Javier Salmones y la directora Arantxa Echevarría, en el rodaje de ‘La infiltrada’
Pero, por encima de todo, es una película que habla de la memoria histórica de España, como lo han hecho recientemente Maixabel o Patria. Durante la producción de la película, productores y directora tuvieron muy en mente a un público específico, esa generación que ahora tiene entre 19 y 20 años y que no vivió el conflicto, para quienes ETA es “algo que les suena”, simplemente. “Los errores no se deben olvidar, hay que recordarlos siempre”, dijo Echevarría. “Vivimos tiempos en los que ya se puede hablar sin miedo y eso es un salto cualitativo muy importante”, puntualizó Tosar.
Belinchón sorprendió al actor desvelándole que él, hace muchos años, leyó un guion que se hizo pensando en él como actor y que nunca llegó a ver la luz por el momento en que se escribió. Se trataba de la historia de Urrusolo Sistiaga, un pistolero que viajaba de Madrid a Barcelona para atentar.
Un aspecto que no se puede ignorar en esta historia es el hecho de que Arantxa fuera una mujer. El machismo de los noventa pudo ser un elemento clave para el éxito de la operación, ya que nadie esperaba que una mujer pudiera ser una infiltrada, mucho menos siendo tan joven. “El Inhumano apostó por una mujer porque iba a colar. ETA era muy machista, pensad en la cúpula de ETA, no había ninguna mujer”, recordó Echevarría.
Tras la entrevista, el público preguntó a la directora y al actor sus dudas, pero, más que cuestiones, hubo muchas felicitaciones por la fidelidad, el ritmo y la calidad de la película.
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Hay historias que parecen de película. La de Aranzazu Berradre Marín ahora lo es. Aranzazu es el pseudónimo que utilizó una policía nacional de 22 años cuando se infiltró en el Movimiento de Objeción de Conciencia de Logroño para llegar hasta la banda terrorista ETA. La operación, que se alargó durante ocho años, se ha adaptado al cine en La infiltrada de la mano de la directora Arantxa Echevarría y con Carolina Yuste y Luis Tosar de protagonistas.