Bogdan Dugalic, pianista: “Rezo antes de salir a tocar el piano”

El joven ganador serbio del II Concurso de piano de Málaga deslumbró al jurado por una madurez y una visión artística poco habitual a sus 21 años  

A sus 21 años, Bogdan Dugalic (Belgrado, 2003) no es un joven acelerado. Como pianista, una de las metas de este músico serbio consiste en dominar el tiempo. Para huir de la vorágine, entre otras cosas, trata de domarlo rezando. Acaba de ganar el II Concurso Internacional de piano de Málaga, que dirige el pianista Pablo Amorós, ante 24 participantes de 12 países distintos —nueve de ellos, chinos—, pero se ha impuesto por tener una visión propia del instrumento más allá del virtuosismo necesario. Brilló en la final con el primer concierto de Chaikovski para su instrumento junto a la Orquesta Filarmónica de la ciudad andaluza. Una pieza que refleja, según él, la manera de ser eslava con la que se identifica: “Abierta, apasionada, pero muy centrada”, dice.

Pregunta. El pianista Sergei Babayan, cuando dio su concierto inaugural en Málaga, demostró que, para lograr una total conexión, no quería separarse del piano, literalmente, ni para comer. ¿Es eso lo que quiere usted en la vida?

Respuesta. Creo que es una pregunta muy pertinente para este momento. Le diría que, de lo que se deduce de mi experiencia, sí, pero que, para el futuro, no sé. De todas formas, vivir de la música es lo que deseo y para eso quiero colocar las piezas de una manera que funcionen para mí, no me dañen o me hagan sentirme obligado.

P. ¿Como una condena?

R. Exacto.

P. Sin embargo, cree que su labor como artista depende no exclusivamente de una manera conventual de afrontar la música, sino de estar en contacto con la vida y otras influencias.

R. Creo que para tocar bien el piano debes ser, primero, persona, y abrirte a todo tipo de experiencias.

P. ¿Persona o buena persona? Ya nos advirtió Thomas Mann en Doktor Faustus que un buen músico puede convertirse en el demonio.

R. Sí, habría que determinar qué significa ser buena persona.

P. Con mostrarse consciente de lo que acarrea la condición humana, ¿valdría?

R. Es que depende de tus circunstancias, también. Todo lo que nos conforma desde la infancia.

P. ¿Por ejemplo? ¿Cómo fue su infancia en Belgrado?

R. En mi caso tuve todo lo que necesitaba. Mis padres, artistas de teatro, han sido siempre un apoyo. Pero un apoyo que sabrían que me vendría bien para crecer como ser humano. El arte estuvo siempre presente, aunque no representaba una obligación, sino una invitación a explorarlo.

P. Crecer en un país que había salido de una guerra reciente, ¿le marcó?

R. Nací en 2003 y los ecos andaban lejanos, pero el ambiente familiar era tan sano, que ni lo notaba. Aunque las heridas de la guerra, siguen ahí, claro.

P. Me han dicho que le apasiona el deporte, ¿es muy competitivo?

R. Sí, la verdad, desde niño. Vengo de un país, además de grandes deportistas. Eso, creo que influye cuando quieres ser el mejor. Pero no el mejor respecto a otros, sino respecto a lo que tú puedes llegar a ser.

Bogdan Dugalic, ganador del II Concurso Internacional de Piano Ciudad de Málaga.

P. Esa mentalidad es muy de tenista. El código del Big Three (Djokovic, Nadal y Federer). ¿Tiene que ver la soledad del pianista con ese deporte?

R. Mucho, estas solo y te ves obligado a controlar la situación por ti mismo. Lo que ocurre fuera y lo que te pasa por dentro. Para eso necesitas un gran control mental y psicológico. Ser muy consciente de lo que vas a afrontar y cómo hacerlo en cada situación.

P. También me ha contado que es una persona religiosa.

R. Sí, cristiano ortodoxo.

P. Esa combinación de mentalidad deportiva y búsqueda de la espiritualidad, ¿ayuda también en su carrera?

R. Mucho. Creo que he sido elegido para lo que hago. Haber llegado a ganar este concurso, tiene que ver con eso.

P. Si se refiere a un destino marcado, ¿no es un hombre libre, entonces?

R. Creo que sí. No tiene que ver con la predestinación. El hecho de elegir venir aquí implica una libertad. Una libertad de elegir que Dios, previamente, te pone delante, eso sí. Pero ganarlo implica ya un camino marcado hacia un lugar.

P. Vale. ¿Cree que ha ganado porque el jurado ha visto en usted una voz propia más que una máquina de repetir notas?

R. Puede ser, sí.

P. ¿Es convertirse en un maestro del piano ser capaz de entender y dominar el tiempo?

R. Quizás tiene que ver. Dominar todos esos parámetros de la música —y el tiempo lo es— de manera natural, pero de acuerdo a una visión. No es algo que se estudie, sino que llega con todas las enseñanzas que has tenido a un lugar propio, a una expresión determinada. Así lo percibo.

P. ¿Cómo logra equilibrar su concepto del tiempo propicio en la música en un mundo tan acelerado?

R. Quizás a veces con la oración, que es una manera de meditación para lograr una concentración específica. Rezo antes de salir. Te calma, especialmente en este mundo loco. Parar cinco minutos y decirte algo que te hace consciente, ayuda a disciplinarte para buscar la calma.

P. ¿Se refiere a la frase del cuento El peregrino ruso: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador?”

R. Esa, exactamente. Repetida muchas veces hasta conseguir concentrarte.

P. ¿La naturaleza, también le inspira a meditar?

R. Desde luego, como algo único creado por Dios y para apartarte de este mundo dominado por la tecnología. Avanzar es un impulso humano, no es nuevo. Pero debes vencer la ansiedad a la que eso nos lleva, no distraernos y agradecer cada momento.

P. ¿Qué pensaba cuando acometió en la final el Concierto de Chaikovski?

R. Me sentía en un gran momento de fluidez. Logré alejar la presión. Lo disfruté, me concentré en esa energía necesaria para hacer brotar la música, no solo que se sucedieran las notas. Encontré ese inocente disfrute de estar jugando con la música, buscar expresiones, colores.

P. ¿Por qué eligió esa pieza? ¿Qué cree que nos transmite?

R. Una manera propia de ser y estar en el mundo, quizás muy eslava, con la que me identifico. Emociones muy fuertes desde el principio al final.

P. ¿Una manera eslava de estar en el mundo? ¿Cuál?

R. Cálida, abierta, apasionada, muy centrada. Una hermosa combinación de muchas cosas que encajan juntas y representan una autenticidad y un carácter propio.

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A sus 21 años, Bogdan Dugalic (Belgrado, 2003) no es un joven acelerado. Como pianista, una de las metas de este músico serbio consiste en dominar el tiempo. Para huir de la vorágine, entre otras cosas, trata de domarlo rezando. Acaba de ganar el II Concurso Internacional de piano de Málaga, que dirige el pianista Pablo Amorós, ante 24 participantes de 12 países distintos —nueve de ellos, chinos—, pero se ha impuesto por tener una visión propia del instrumento más allá del virtuosismo necesario. Brilló en la final con el primer concierto de Chaikovski para su instrumento junto a la Orquesta Filarmónica de la ciudad andaluza. Una pieza que refleja, según él, la manera de ser eslava con la que se identifica: “Abierta, apasionada, pero muy centrada”, dice.

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