En El Ventorro no estaba Hamás

Dijo Unamuno ―en cita recogida por David Uclés en La península de las casas vacíaslo siguiente: “Y ahora debo decirle que, por muchas que hayan sido las atrocidades de los mandos rojos, los hunos, son mayores las de los blancos, los hotros”. Y ojalá tuviéramos solo a los hunos y los hotros en la España de hoy, porque la realidad es que a las ideologías bipolares que ya de por sí viven de espaldas en este ecosistema irrespirable le han surgido más pueblos nómadas llegados del Norte dispuestos a destrozar el paisaje.

Termina la semana con estridencias que nos recuerdan que va siendo imposible convivir así. Pedro Sánchez pudo conseguir su investidura, pero no logra cabalgar la gobernabilidad. El factor Puigdemont, con las mejores atribuciones “de los hunos y de los hotros”, vuelve a estallar al anunciar su ruptura con el PSOE después de no conseguir el espectáculo de una moción de confianza que había exigido a Sánchez. El precio por no haber logrado que funcionara la amnistía (para él) es alto: ni habrá Presupuestos ni habrá apoyo ninguno, en perfecta sintonía con un PP que ahora flirtea todos los días con él.

Más estridencias: el Partido Popular eleva la apuesta y no solo se apunta al discurso xenófobo que corre por las calles y las tuiterías de Vox (“las ayudas son solo para los africanos, los moros copan nuestra sanidad” y tantas coletillas de falsedad habitual), sino que se atreve a frivolizar con las matanzas en Gaza para acusar al Gobierno de apoyar más a los palestinos que a los valencianos. ¡Mazón ha dado la enhorabuena a Gaza, sí! En fin. En el restaurante El Ventorro no estaba precisamente Hamás.

Aún hay más: Vox intensifica su guerra abierta contra los medios que no le gustan con una campaña para agredir a sus periodistas. Por cierto, su líder, Santiago Abascal, es uno de los invitados de Donald Trump, que ha preferido a sus amiguetes ultras a la institucionalidad, como cabía esperar.

Y otras más: los casos contra Begoña Gómez o el hermano de Pedro Sánchez han desatado un furor repentino en el Gobierno por cargarse la acusación popular que tanto le está molestando y que traslada las trincheras de lo que estamos viviendo al ámbito del delirio legislativo. Desde que Sánchez se tomó cinco días de reflexión, los palos de ciego se siguen acumulando.

España ha cambiado y la pregunta es cuánto. La gobernabilidad es ya una distopía. La convivencia se atrofia. Y los debates que importan, como el de la vivienda, se opacan instantáneamente bajo el fuego amigo y enemigo. Los hunos, los hotros y los de más allá están en acción y cuando eso pasa —lo sabemos de sobra— solo lo podemos lamentar.

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 La semana termina con tantas estridencias de los hunos, los ‘hotros’ y los de más allá (en terminología de Unamuno) que la convivencia se atrofia  

COLUMNA

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La semana termina con tantas estridencias de los hunos, los ‘hotros’ y los de más allá (en terminología de Unamuno) que la convivencia se atrofia

Mazón frivoliza con las ayudas a Gaza: «La Generalitat Valenciana va a recibir cero ayudas directas»

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Carlos Mazón, el jueves en la primera sesión de control parlamentario de este año en las Cortes valencianas.
Berna González Harbour

Dijo Unamuno ―en cita recogida por David Uclés en La península de las casas vacíaslo siguiente: “Y ahora debo decirle que, por muchas que hayan sido las atrocidades de los mandos rojos, los hunos, son mayores las de los blancos, los hotros”. Y ojalá tuviéramos solo a los hunos y los hotros en la España de hoy, porque la realidad es que a las ideologías bipolares que ya de por sí viven de espaldas en este ecosistema irrespirable le han surgido más pueblos nómadas llegados del Norte dispuestos a destrozar el paisaje.

Termina la semana con estridencias que nos recuerdan que va siendo imposible convivir así. Pedro Sánchez pudo conseguir su investidura, pero no logra cabalgar la gobernabilidad. El factor Puigdemont, con las mejores atribuciones “de los hunos y de los hotros”, vuelve a estallar al anunciar su ruptura con el PSOE después de no conseguir el espectáculo de una moción de confianza que había exigido a Sánchez. El precio por no haber logrado que funcionara la amnistía (para él) es alto: ni habrá Presupuestos ni habrá apoyo ninguno, en perfecta sintonía con un PP que ahora flirtea todos los días con él.

Más estridencias: el Partido Popular eleva la apuesta y no solo se apunta al discurso xenófobo que corre por las calles y las tuiterías de Vox (“las ayudas son solo para los africanos, los moros copan nuestra sanidad” y tantas coletillas de falsedad habitual), sino que se atreve a frivolizar con las matanzas en Gaza para acusar al Gobierno de apoyar más a los palestinos que a los valencianos. ¡Mazón ha dado la enhorabuena a Gaza, sí! En fin. En el restaurante El Ventorro no estaba precisamente Hamás.

Aún hay más: Vox intensifica su guerra abierta contra los medios que no le gustan con una campaña para agredir a sus periodistas. Por cierto, su líder, Santiago Abascal, es uno de los invitados de Donald Trump, que ha preferido a sus amiguetes ultras a la institucionalidad, como cabía esperar.

Y otras más: los casos contra Begoña Gómez o el hermano de Pedro Sánchez han desatado un furor repentino en el Gobierno por cargarse la acusación popular que tanto le está molestando y que traslada las trincheras de lo que estamos viviendo al ámbito del delirio legislativo. Desde que Sánchez se tomó cinco días de reflexión, los palos de ciego se siguen acumulando.

España ha cambiado y la pregunta es cuánto. La gobernabilidad es ya una distopía. La convivencia se atrofia. Y los debates que importan, como el de la vivienda, se opacan instantáneamente bajo el fuego amigo y enemigo. Los hunos, los hotros y los de más allá están en acción y cuando eso pasa —lo sabemos de sobra— solo lo podemos lamentar.

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Sobre la firma

Berna González Harbour

Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por ‘El sueño de la razón’, su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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