Irene Montero llama a Yolanda Díaz “el mayor error político” cometido por Podemos

Hay, al menos, dos Irenes Montero. Está la de la imagen de portada de su libro, enérgica, orgullosa, que aplaude mirando a la grada, donde se sientan los que tienen prohibido aplaudir, gesticular, increpar a sus señorías, jalearlas cuando es preciso, hacer fotos con sus teléfonos móviles. Es una mujer que aplaude como lo hacen las mujeres zurdas, haciendo que la diestra reciba todo el impacto. Que aplaudió ese 16 de febrero de 2023, cuando el congreso aprobó la ley trans y la reforma de la ley del aborto, mientras, detrás, cuatro diputados del Partido Popular estaban, digamos, a por uvas. O haciendo como que no estaba.

Y está otra Irene, la que apareció esta tarde en el auditorio de La Casa Encendida para presentar su primer libro, Algo habremos hecho, editado por Navona. La que, demostrando que es energía y mando, minutos antes pululaba por la sala, el eco del sonido de sus tacones por los pasillos. Los nervios propios de la previa, una cierta obsesión por el perfeccionismo que se le intuye en pocos segundos. “Es una jefa —bromeaba su compañero de filas y ex Jemad Julio Rodríguez— y fíjate si yo he mandado”.

Esa mujer que vigilaba los carteles puestos en las dos primeras filas, con los nombres de Ione Belarra —qué emocionante lo que cuenta de ella en las páginas—, Juanma del Olmo, Isa Serra, Serigne Mbayé, Pablo Fernández, Lidia Rubio. Esos que para ella son “Eche, Lidi, Isa, Rafa y Pablo”, los que no la han dejado sola. En la calle se quedaron sin poder acceder muchas personas. Que abrigaban sus cuellos con pañuelo morado y kufiya. Mujeres, una cuantas más que hombres.

La periodista Joanna Bonet fue la encargada de conducir una conversación. Una conversación en la que esta Irene, la de esta tarde del 11 de noviembre, tardó poco en quebrarse. “Este libro es el resultado de un camino”, dijo como pudo. Y lloró. “Pablo y nuestros tres hijos”, y volvió a emocionarse. Tiene una dedicatoria en la nevera, muy viejita ya, con una nota que le escribió Belarra: “Venga lo que venga, va a venir juntas”.

Dice que estas páginas no son un ajuste de cuentas, sino más bien un libro para la esperanza. Si esto fuera un programa del corazón, diríamos que Irene cuenta su verdad para demostrar que, por más veces que hayan querido matarla, sigue viva. “Es bueno que pasen cosas, aunque el PSOE y el bipartidismo no quieran”, dijo. Sonrisa, prietos los dientes, cabeza alta. El público, claro, en pie. Un señor en penúltima fila no paró de asentir durante la aproximadamente una hora que duró el acto.

Y volvió la Irene del congreso. La que recordó que mientras ella aplaudía y esa imagen se convierte ahora en la portada de su primer libro, ella vivía una “ofensiva judicial reaccionaria por la ley del solo sí es sí”. Y citó al juez Manuel Marchena. “Lo que nos han hecho es porque hemos hecho cosas”, “Podemos es hacer posible lo que nos dicen que es imposible”. Relató el ofrecimiento que le hizo Yolanda Díaz a Ione Belarra, un puesto en la embajada de Chile para que Irene “tenga una buena salida política”. El enfado que esa propuesta les produjo. Y de paso, gustándose toda, le propinó un guantazo verbal a la líder de la oposición en la Comunidad de Madrid, la diputada por Más Madrid Manuela Bergerot.

Ya puestos, los dardos a Díaz, “el mayor error político” de Podemos, y a “Columnistas y tertulianos de EL PAÍS y la SER que, una vez por semana, lanzan mensajes antirracistas” y muy de izquierdas, pero que llegadas las elecciones “solo piensan en una opción, el PSOE”. Porque es entonces, a la hora de depositar la papeleta en las urnas, cuando recuerdan que es la única izquierda posible, “con experiencia de gestión”

Quiso destacar el día en el que ella e Iglesias pensaron en dejarlo, y cómo los suyos le convencieron de que no era buena idea. “Fue un momento muy Podemos. Lloramos mucho y tiramos para adelante”, explicó. La “bestialidad y brutalidad de los ataques recibidos, la persistencia en el tiempo”, esa reunión con la exministra de Justicia Pilar Llop, su equipo y el catedrático Javier Álvarez, que definió como “despropósito”. El sarcasmo de la exministra de Igualdad al destacar que, de todas las críticas vertidas por Podemos al sistema, “la crítica del relato hegemónico de la transición es casi lo que más les ha dolido”.

Se puso en pie, volvió a aplaudir y se puso a firmar. Con la mano izquierda.

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 Hay, al menos, dos Irenes Montero. Está la de la imagen de portada de su libro, enérgica, orgullosa, que aplaude mirando a la grada, donde se sientan los que tienen prohibido aplaudir, gesticular, increpar a sus señorías, jalearlas cuando es preciso, hacer fotos con sus teléfonos móviles. Es una mujer que aplaude como lo hacen las mujeres zurdas, haciendo que la diestra reciba todo el impacto. Que aplaudió ese 16 de febrero de 2023, cuando el congreso aprobó la ley trans y la reforma de la ley del aborto, mientras, detrás, cuatro diputados del Partido Popular estaban, digamos, a por uvas. O haciendo como que no estaba.Y está otra Irene, la que apareció esta tarde en el auditorio de La Casa Encendida para presentar su primer libro, Algo habremos hecho, editado por Navona. La que, demostrando que es energía y mando, minutos antes pululaba por la sala, el eco del sonido de sus tacones por los pasillos. Los nervios propios de la previa, una cierta obsesión por el perfeccionismo que se le intuye en pocos segundos. “Es una jefa —bromeaba su compañero de filas y ex Jemad Julio Rodríguez— y fíjate si yo he mandado”.Esa mujer que vigilaba los carteles puestos en las dos primeras filas, con los nombres de Ione Belarra —qué emocionante lo que cuenta de ella en las páginas—, Juanma del Olmo, Isa Serra, Serigne Mbayé, Pablo Fernández, Lidia Rubio. Esos que para ella son “Eche, Lidi, Isa, Rafa y Pablo”, los que no la han dejado sola. En la calle se quedaron sin poder acceder muchas personas. Que abrigaban sus cuellos con pañuelo morado y kufiya. Mujeres, una cuantas más que hombres.La periodista Joanna Bonet fue la encargada de conducir una conversación. Una conversación en la que esta Irene, la de esta tarde del 11 de noviembre, tardó poco en quebrarse. “Este libro es el resultado de un camino”, dijo como pudo. Y lloró. “Pablo y nuestros tres hijos”, y volvió a emocionarse. Tiene una dedicatoria en la nevera, muy viejita ya, con una nota que le escribió Belarra: “Venga lo que venga, va a venir juntas”.Dice que estas páginas no son un ajuste de cuentas, sino más bien un libro para la esperanza. Si esto fuera un programa del corazón, diríamos que Irene cuenta su verdad para demostrar que, por más veces que hayan querido matarla, sigue viva. “Es bueno que pasen cosas, aunque el PSOE y el bipartidismo no quieran”, dijo. Sonrisa, prietos los dientes, cabeza alta. El público, claro, en pie. Un señor en penúltima fila no paró de asentir durante la aproximadamente una hora que duró el acto.Y volvió la Irene del congreso. La que recordó que mientras ella aplaudía y esa imagen se convierte ahora en la portada de su primer libro, ella vivía una “ofensiva judicial reaccionaria por la ley del solo sí es sí”. Y citó al juez Manuel Marchena. “Lo que nos han hecho es porque hemos hecho cosas”, “Podemos es hacer posible lo que nos dicen que es imposible”. Relató el ofrecimiento que le hizo Yolanda Díaz a Ione Belarra, un puesto en la embajada de Chile para que Irene “tenga una buena salida política”. El enfado que esa propuesta les produjo. Y de paso, gustándose toda, le propinó un guantazo verbal a la líder de la oposición en la Comunidad de Madrid, la diputada por Más Madrid Manuela Bergerot.Ya puestos, los dardos a Díaz, “el mayor error político” de Podemos, y a “Columnistas y tertulianos de EL PAÍS y la SER que, una vez por semana, lanzan mensajes antirracistas” y muy de izquierdas, pero que llegadas las elecciones “solo piensan en una opción, el PSOE”. Porque es entonces, a la hora de depositar la papeleta en las urnas, cuando recuerdan que es la única izquierda posible, “con experiencia de gestión”Quiso destacar el día en el que ella e Iglesias pensaron en dejarlo, y cómo los suyos le convencieron de que no era buena idea. “Fue un momento muy Podemos. Lloramos mucho y tiramos para adelante”, explicó. La “bestialidad y brutalidad de los ataques recibidos, la persistencia en el tiempo”, esa reunión con la exministra de Justicia Pilar Llop, su equipo y el catedrático Javier Álvarez, que definió como “despropósito”. El sarcasmo de la exministra de Igualdad al destacar que, de todas las críticas vertidas por Podemos al sistema, “la crítica del relato hegemónico de la transición es casi lo que más les ha dolido”.Se puso en pie, volvió a aplaudir y se puso a firmar. Con la mano izquierda. Seguir leyendo  

Hay, al menos, dos Irenes Montero. Está la de la imagen de portada de su libro, enérgica, orgullosa, que aplaude mirando a la grada, donde se sientan los que tienen prohibido aplaudir, gesticular, increpar a sus señorías, jalearlas cuando es preciso, hacer fotos con sus teléfonos móviles. Es una mujer que aplaude como lo hacen las mujeres zurdas, haciendo que la diestra reciba todo el impacto. Que aplaudió ese 16 de febrero de 2023, cuando el congreso aprobó la ley transy la reforma de la ley del aborto, mientras, detrás, cuatro diputados del Partido Popular estaban, digamos, a por uvas. O haciendo como que no estaba.

Y está otra Irene, la que apareció esta tarde en el auditorio de La Casa Encendida para presentar su primer libro, Algo habremos hecho, editado por Navona. La que, demostrando que es energía y mando, minutos antes pululaba por la sala, el eco del sonido de sus tacones por los pasillos. Los nervios propios de la previa, una cierta obsesión por el perfeccionismo que se le intuye en pocos segundos. “Es una jefa —bromeaba su compañero de filas y ex Jemad Julio Rodríguez— y fíjate si yo he mandado”.

Esa mujer que vigilaba los carteles puestos en las dos primeras filas, con los nombres de Ione Belarra —qué emocionante lo que cuenta de ella en las páginas—, Juanma del Olmo, Isa Serra, Serigne Mbayé, Pablo Fernández, Lidia Rubio. Esos que para ella son “Eche, Lidi, Isa, Rafa y Pablo”, los que no la han dejado sola. En la calle se quedaron sin poder acceder muchas personas. Que abrigaban sus cuellos con pañuelo morado y kufiya. Mujeres, una cuantas más que hombres.

La periodista Joanna Bonet fue la encargada de conducir una conversación. Una conversación en la que esta Irene, la de esta tarde del 11 de noviembre, tardó poco en quebrarse. “Este libro es el resultado de un camino”, dijo como pudo. Y lloró. “Pablo y nuestros tres hijos”, y volvió a emocionarse. Tiene una dedicatoria en la nevera, muy viejita ya, con una nota que le escribió Belarra: “Venga lo que venga, va a venir juntas”.

Dice que estas páginas no son un ajuste de cuentas, sino más bien un libro para la esperanza. Si esto fuera un programa del corazón, diríamos que Irene cuenta su verdad para demostrar que, por más veces que hayan querido matarla, sigue viva. “Es bueno que pasen cosas, aunque el PSOE y el bipartidismo no quieran”, dijo. Sonrisa, prietos los dientes, cabeza alta. El público, claro, en pie. Un señor en penúltima fila no paró de asentir durante la aproximadamente una hora que duró el acto.

Y volvió la Irene del congreso. La que recordó que mientras ella aplaudía y esa imagen se convierte ahora en la portada de su primer libro, ella vivía una “ofensiva judicial reaccionaria por la ley del solo sí es sí”. Y citó al juez Manuel Marchena. “Lo que nos han hecho es porque hemos hecho cosas”, “Podemos es hacer posible lo que nos dicen que es imposible”. Relató el ofrecimiento que le hizo Yolanda Díaz a Ione Belarra, un puesto en la embajada de Chile para que Irene “tenga una buena salida política”. El enfado que esa propuesta les produjo. Y de paso, gustándose toda, le propinó un guantazo verbal a la líder de la oposición en la Comunidad de Madrid, la diputada por Más Madrid Manuela Bergerot.

Ya puestos, los dardos a Díaz, “el mayor error político” de Podemos, y a “Columnistas y tertulianos de EL PAÍS y la SER que, una vez por semana, lanzan mensajes antirracistas” y muy de izquierdas, pero que llegadas las elecciones “solo piensan en una opción, el PSOE”. Porque es entonces, a la hora de depositar la papeleta en las urnas, cuando recuerdan que es la única izquierda posible, “con experiencia de gestión”

Quiso destacar el día en el que ella e Iglesias pensaron en dejarlo, y cómo los suyos le convencieron de que no era buena idea. “Fue un momento muy Podemos. Lloramos mucho y tiramos para adelante”, explicó. La “bestialidad y brutalidad de los ataques recibidos, la persistencia en el tiempo”, esa reunión con la exministra de Justicia Pilar Llop, su equipo y el catedrático Javier Álvarez, que definió como “despropósito”. El sarcasmo de la exministra de Igualdad al destacar que, de todas las críticas vertidas por Podemos al sistema, “la crítica del relato hegemónico de la transición es casi lo que más les ha dolido”.

Se puso en pie, volvió a aplaudir y se puso a firmar. Con la mano izquierda.

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