Samanta Schweblin se presenta como una «cuentista». Su prosa es directa para no soltar al lector. Huye de titubeos, pues bien sabe ella lo que es abstraerse en la lectura. «Como lectora soy jodida», confiesa: «Abandono mucho. No termino más de la mitad de los libros que comienzo. Me distraigo con facilidad y estoy constantemente pensando en qué me está pasando a mí. Me interesa mucho saber por qué me fui. Vuelvo atrás e intento descubrir el momento preciso en el que desconecté. Luego, también me pasa que vuelvo a un texto muchos años después y no entiendo por qué lo dejé».
]]> La escritora argentina publica seis cuentos en ‘El buen mal’, un libro en el que sus personajes viven a un solo paso del abismo Samanta Schweblin se presenta como una «cuentista». Su prosa es directa para no soltar al lector. Huye de titubeos, pues bien sabe ella lo que es abstraerse en la lectura. «Como lectora soy jodida», confiesa: «Abandono mucho. No termino más de la mitad de los libros que comienzo. Me distraigo con facilidad y estoy constantemente pensando en qué me está pasando a mí. Me interesa mucho saber por qué me fui. Vuelvo atrás e intento descubrir el momento preciso en el que desconecté. Luego, también me pasa que vuelvo a un texto muchos años después y no entiendo por qué lo dejé».
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