Miquel Barceló, en la presentación de sus memorias: “Los pintores vivimos en la incorrección”

De la vida mía (Galaxia Gutenberg) es un libro lleno de vida y también lleno de obra: entre sus páginas se encuentran no solo fotos biográficas (”mi madre y yo”), sino también pinturas, garabatos, apuntes y muchos cuadernos de artista, ese lugar donde las ideas van sedimentando hasta convertirse en arte, o donde ya son arte directamente. Es una biografía que es como la vida misma, que no es prosa estricta, sino que está hecha de retazos y explosiones, sin demasiado orden y concierto.

Es la vida, una parte de la vida, del artista Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 67 años), que este jueves compareció en la Fundación Ortega-Marañón, en Madrid, acompañado de Joan Tarrida, director de Galaxia Gutenberg (editorial con la que el artista ha venido colaborando con asiduidad), para hablar de su libro. El pelo alborotado, barba que asoma, tonos oscuros, atuendo flojo… Parece lo que es: uno de los grandes nombres del arte contemporáneo español. Se le podrían echar diez años menos.

– Este libro es un encargo que tiene más de 20 años. Pero es que hace 20 años no me apetecía nada contar mi vida.

Ahora por fin se ha decidido. En un viaje a Japón, utilizando la perspectiva que da la distancia, comenzó a ordenar fotos y a escribir en francés: “Eso me da una impunidad absoluta. En catalán y castellano enseguida me doy cuenta de he escrito una mierda. En francés me lo perdono”, afirma. Y siguió escribiendo, poco a poco, por las noches, costumbre que mantuvo en otros viajes. Le salió un libro de una honestidad brutal, también alimentado de las conversaciones con Colette Fellous, la editora del libro para Mercure de France.

– Esto tiene más que ver con una fotonovela que con otra cosa. Bueno, también se parece a un cuadro, porque hay muchas capas de vida, muchas capas de correcciones.

El periódico francés Le Monde ha dicho, según apuntó Tarrida, que no se ha leído nada así de un artista desde Delacroix. Otras biografías de artista también influyeron a Barceló, como la de Tàpies, que leyó hace 40 años, pero de la que recuerda con fuerza el retrato del padre. La madre de Barceló falleció precisamente hace unos meses, y las figuras paternas están muy presentes, como los peces y los perros de su vida, que el artista se ha esforzado en recordar. Los animales son importantes, porque vive rodeados de ellos, asnos, perros, etc. Desde los años 70 el artista se implica con los grupos ecologistas y de defensa del medio ambiente, y ese amor a la naturaleza también se refleja en su libro. Vive rodeado de animales, pero también de poetas, por eso habla de poetas, de Paul Verlaine a Edison Simons, que fue su amigo en París, y de muchos libros, porque también vive rodeado de cuadros y libros, cada vez más libros, demasiados libros. No cita, sin embargo, a otras grandes estrellas a las que conoció, como Warhol o Basquiat.

Miquel Barceló, junto a Joan Tarrida, en un momento de la presentación del libro.

– Como los poetas tienen poco público y venden pocos libros está bien promocionarlos. Los poetas han cambiado más mi vida que la gente famosa.

Eso sí: salen Curro Romero y Camarón de la Isla, aunque Barceló asegura no ser muy fan del name dropping. Por la tarde de este jueves tendrá una charla con el periodista de EL PAÍS Borja Hermoso en la sala de las Meninas del Museo del Prado, bajo la mirada de Velázquez y compañía, dentro de la programación del Festival Eñe. “Que me pongan una cama en esa sala, y me quedo”, bromea.

Los tapices de Notre Dame

Barceló entiende que admiremos a artistas que en su vida personal fueron seres deleznables, hay que separar la obra del artista, y nunca se ha sentido presionado por la amenaza cancelación. Más bien nunca ha entendido las polémicas que alguna vez le han rodeado. “Ya tengo suficientes problemas con mi trabajo: los pintores vivimos de la incorreción. Además, como dicen que la pintura ha muerto, pues ya puedes hacer lo que quieras”.

Ahora está trabajando en el encargo de tres tapices para la catedral de Notre Dame, en París, donde representará temas del Antiguo Testamento (sobre los que no se puede extender mucho todavía), que asegura tener ya bastante desarrollados. La reapertura del templo, tras las labores de restauración, se espera en diciembre con gran expectación: participarán jefes de Estado y habrá un discurso de Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa. Aunque el pintor ha viajado mucho, aunque dedique mucho de su libro a sus experiencias en África, en Mali, en el País de los Dogones, sigue trabajando a 12 kilómetros de donde empezó a pintar, en la isla de Mallorca, y lo pone como prueba de su humildad.

Miquel Barceló reivindica el error, porque pintar es equivocarse, un proceso de aceptación, porque se pinta lo que se quiere, no lo que se puede. Reivindica también el autorretrato, y por ende, la autobiografía que presenta. Desde sus comienzos tendió a pintarse a sí mismo, cuando no tenía otra cosa a mano. “Pintarme sucio y confundido con un pincel en la mano me parecía pintable. Pintar a una señora desnuda en un sillón me parecía una impostura”. Y reivindica, por último, la vida tranquila y mediterránea. Casi todos los días hace esnórquel.

– Nadar, pintar, leer. Eso es para mí un buen día.

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 De la vida mía (Galaxia Gutenberg) es un libro lleno de vida y también lleno de obra: entre sus páginas se encuentran no solo fotos biográficas (”mi madre y yo”), sino también pinturas, garabatos, apuntes y muchos cuadernos de artista, ese lugar donde las ideas van sedimentando hasta convertirse en arte, o donde ya son arte directamente. Es una biografía que es como la vida misma, que no es prosa estricta, sino que está hecha de retazos y explosiones, sin demasiado orden y concierto.Es la vida, una parte de la vida, del artista Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 67 años), que este jueves compareció en la Fundación Ortega-Marañón, en Madrid, acompañado de Joan Tarrida, director de Galaxia Gutenberg (editorial con la que el artista ha venido colaborando con asiduidad), para hablar de su libro. El pelo alborotado, barba que asoma, tonos oscuros, atuendo flojo… Parece lo que es: uno de los grandes nombres del arte contemporáneo español. Se le podrían echar diez años menos.- Este libro es un encargo que tiene más de 20 años. Pero es que hace 20 años no me apetecía nada contar mi vida.Ahora por fin se ha decidido. En un viaje a Japón, utilizando la perspectiva que da la distancia, comenzó a ordenar fotos y a escribir en francés: “Eso me da una impunidad absoluta. En catalán y castellano enseguida me doy cuenta de he escrito una mierda. En francés me lo perdono”, afirma. Y siguió escribiendo, poco a poco, por las noches, costumbre que mantuvo en otros viajes. Le salió un libro de una honestidad brutal, también alimentado de las conversaciones con Colette Fellous, la editora del libro para Mercure de France.- Esto tiene más que ver con una fotonovela que con otra cosa. Bueno, también se parece a un cuadro, porque hay muchas capas de vida, muchas capas de correcciones.El periódico francés Le Monde ha dicho, según apuntó Tarrida, que no se ha leído nada así de un artista desde Delacroix. Otras biografías de artista también influyeron a Barceló, como la de Tàpies, que leyó hace 40 años, pero de la que recuerda con fuerza el retrato del padre. La madre de Barceló falleció precisamente hace unos meses, y las figuras paternas están muy presentes, como los peces y los perros de su vida, que el artista se ha esforzado en recordar. Los animales son importantes, porque vive rodeados de ellos, asnos, perros, etc. Desde los años 70 el artista se implica con los grupos ecologistas y de defensa del medio ambiente, y ese amor a la naturaleza también se refleja en su libro. Vive rodeado de animales, pero también de poetas, por eso habla de poetas, de Paul Verlaine a Edison Simons, que fue su amigo en París, y de muchos libros, porque también vive rodeado de cuadros y libros, cada vez más libros, demasiados libros. No cita, sin embargo, a otras grandes estrellas a las que conoció, como Warhol o Basquiat.- Como los poetas tienen poco público y venden pocos libros está bien promocionarlos. Los poetas han cambiado más mi vida que la gente famosa.Eso sí: salen Curro Romero y Camarón de la Isla, aunque Barceló asegura no ser muy fan del name dropping. Por la tarde de este jueves tendrá una charla con el periodista de EL PAÍS Borja Hermoso en la sala de las Meninas del Museo del Prado, bajo la mirada de Velázquez y compañía, dentro de la programación del Festival Eñe. “Que me pongan una cama en esa sala, y me quedo”, bromea.Los tapices de Notre DameBarceló entiende que admiremos a artistas que en su vida personal fueron seres deleznables, hay que separar la obra del artista, y nunca se ha sentido presionado por la amenaza cancelación. Más bien nunca ha entendido las polémicas que alguna vez le han rodeado. “Ya tengo suficientes problemas con mi trabajo: los pintores vivimos de la incorreción. Además, como dicen que la pintura ha muerto, pues ya puedes hacer lo que quieras”.Ahora está trabajando en el encargo de tres tapices para la catedral de Notre Dame, en París, donde representará temas del Antiguo Testamento (sobre los que no se puede extender mucho todavía), que asegura tener ya bastante desarrollados. La reapertura del templo, tras las labores de restauración, se espera en diciembre con gran expectación: participarán jefes de Estado y habrá un discurso de Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa. Aunque el pintor ha viajado mucho, aunque dedique mucho de su libro a sus experiencias en África, en Mali, en el País de los Dogones, sigue trabajando a 12 kilómetros de donde empezó a pintar, en la isla de Mallorca, y lo pone como prueba de su humildad.Miquel Barceló reivindica el error, porque pintar es equivocarse, un proceso de aceptación, porque se pinta lo que se quiere, no lo que se puede. Reivindica también el autorretrato, y por ende, la autobiografía que presenta. Desde sus comienzos tendió a pintarse a sí mismo, cuando no tenía otra cosa a mano. “Pintarme sucio y confundido con un pincel en la mano me parecía pintable. Pintar a una señora desnuda en un sillón me parecía una impostura”. Y reivindica, por último, la vida tranquila y mediterránea. Casi todos los días hace esnórquel.- Nadar, pintar, leer. Eso es para mí un buen día. Seguir leyendo  

De la vida mía (Galaxia Gutenberg) es un libro lleno de vida y también lleno de obra: entre sus páginas se encuentran no solo fotos biográficas (”mi madre y yo”), sino también pinturas, garabatos, apuntes y muchos cuadernos de artista, ese lugar donde las ideas van sedimentando hasta convertirse en arte, o donde ya son arte directamente. Es una biografía que es como la vida misma, que no es prosa estricta, sino que está hecha de retazos y explosiones, sin demasiado orden y concierto.

Es la vida, una parte de la vida, del artista Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 67 años), que este jueves compareció en la Fundación Ortega-Marañón, en Madrid, acompañado de Joan Tarrida, director de Galaxia Gutenberg (editorial con la que el artista ha venido colaborando con asiduidad), para hablar de su libro. El pelo alborotado, barba que asoma, tonos oscuros, atuendo flojo… Parece lo que es: uno de los grandes nombres del arte contemporáneo español. Se le podrían echar diez años menos.

– Este libro es un encargo que tiene más de 20 años. Pero es que hace 20 años no me apetecía nada contar mi vida.

Ahora por fin se ha decidido. En un viaje a Japón, utilizando la perspectiva que da la distancia, comenzó a ordenar fotos y a escribir en francés: “Eso me da una impunidad absoluta. En catalán y castellano enseguida me doy cuenta de he escrito una mierda. En francés me lo perdono”, afirma. Y siguió escribiendo, poco a poco, por las noches, costumbre que mantuvo en otros viajes. Le salió un libro de una honestidad brutal, también alimentado de las conversaciones con Colette Fellous, la editora del libro para Mercure de France.

– Esto tiene más que ver con una fotonovela que con otra cosa. Bueno, también se parece a un cuadro, porque hay muchas capas de vida, muchas capas de correcciones.

El periódico francés Le Monde ha dicho, según apuntó Tarrida, que no se ha leído nada así de un artista desde Delacroix. Otras biografías de artista también influyeron a Barceló, como la de Tàpies, que leyó hace 40 años, pero de la que recuerda con fuerza el retrato del padre. La madre de Barceló falleció precisamente hace unos meses, y las figuras paternas están muy presentes, como los peces y los perros de su vida, que el artista se ha esforzado en recordar. Los animales son importantes, porque vive rodeados de ellos, asnos, perros, etc. Desde los años 70 el artista se implica con los grupos ecologistas y de defensa del medio ambiente, y ese amor a la naturaleza también se refleja en su libro. Vive rodeado de animales, pero también de poetas, por eso habla de poetas, de Paul Verlaine a Edison Simons, que fue su amigo en París, y de muchos libros, porque también vive rodeado de cuadros y libros, cada vez más libros, demasiados libros. No cita, sin embargo, a otras grandes estrellas a las que conoció, como Warhol o Basquiat.

Miquel Barceló, junto a Joan Tarrida, en un momento de la presentación del libro.
Miquel Barceló, junto a Joan Tarrida, en un momento de la presentación del libro. Jaime Villanueva

– Como los poetas tienen poco público y venden pocos libros está bien promocionarlos. Los poetas han cambiado más mi vida que la gente famosa.

Eso sí: salen Curro Romero y Camarón de la Isla, aunque Barceló asegura no ser muy fan del name dropping. Por la tarde de este jueves tendrá una charla con el periodista de EL PAÍS Borja Hermoso en la sala de las Meninas del Museo del Prado, bajo la mirada de Velázquez y compañía, dentro de la programación del Festival Eñe. “Que me pongan una cama en esa sala, y me quedo”, bromea.

Los tapices de Notre Dame

Barceló entiende que admiremos a artistas que en su vida personal fueron seres deleznables, hay que separar la obra del artista, y nunca se ha sentido presionado por la amenaza cancelación. Más bien nunca ha entendido las polémicas que alguna vez le han rodeado. “Ya tengo suficientes problemas con mi trabajo: los pintores vivimos de la incorreción. Además, como dicen que la pintura ha muerto, pues ya puedes hacer lo que quieras”.

Ahora está trabajando en el encargo de tres tapices para la catedral de Notre Dame, en París, donde representará temas del Antiguo Testamento (sobre los que no se puede extender mucho todavía), que asegura tener ya bastante desarrollados. La reapertura del templo, tras las labores de restauración, se espera en diciembre con gran expectación: participarán jefes de Estado y habrá un discurso de Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa. Aunque el pintor ha viajado mucho, aunque dedique mucho de su libro a sus experiencias en África, en Mali, en el País de los Dogones, sigue trabajando a 12 kilómetros de donde empezó a pintar, en la isla de Mallorca, y lo pone como prueba de su humildad.

Miquel Barceló reivindica el error, porque pintar es equivocarse, un proceso de aceptación, porque se pinta lo que se quiere, no lo que se puede. Reivindica también el autorretrato, y por ende, la autobiografía que presenta. Desde sus comienzos tendió a pintarse a sí mismo, cuando no tenía otra cosa a mano. “Pintarme sucio y confundido con un pincel en la mano me parecía pintable. Pintar a una señora desnuda en un sillón me parecía una impostura”. Y reivindica, por último, la vida tranquila y mediterránea. Casi todos los días hace esnórquel.

– Nadar, pintar, leer. Eso es para mí un buen día.

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