Agustín Bach Pascual: “Todas las personas tenemos un accidente a lo largo de la vida”

Agustín Bach Pascual (Madrid, 27 años) es el nieto, por parte materna, del fundador de las empresas Cuétara y Pascual y, por el lado paterno, del creador del Hospital Virgen del Mar y de una compañía constructora. Eso siempre le ha motivado a este chef y amante de la cocina para ser un emprendedor. Sin embargo, su vida cambió a los 19 años cuando sufrió un accidente en Marbella (Málaga). Estuvo a punto de morir y los médicos no apostaban porque sobreviviera o, si lo hacía, se recuperara del todo. Su padre, de hecho, llegó a comprarle un traje para su funeral. Ahora, dirige el restaurante DAGUSTTO, en el mercado de San Leopoldo, en Madrid. Tras años de reflexión ha escrito un libro corto, Las servilletas verdes (Editorial Medialuna), donde refleja sobre cómo afrontar la vida y en el que colaboran familiares y amigos. Sonríe con facilidad y siempre recuerda las palabras que le decía su abuelo paterno (“churras, churras”), que siempre le recomendaba poner los pies en la tierra.

Pregunta. ¿Cómo fue el accidente?

Respuesta. Salí con mis amigos una noche. Opté por coger el coche y ya por la mañana, cuando regresaba a casa, paré en el arcén no recuerdo por qué. Un camión me chocó por la parte detrás de mi coche y yo salí despedido desde el arcén derecho hasta golpearme con la mediana en la cabeza. Allí me recogió la ambulancia. Entré en coma directo y fui al Hospital Carlos Haya de Málaga, de ahí pasé la de La Paz en Madrid y por último a la clínica Guttmann, en Girona, donde hice toda la recuperación. Al cabo de pocos meses, avancé mucho y conseguí salir pronto.

P. ¿No recuerda nada de cómo fue el accidente?

R. El accidente fue en abril y yo no recuerdo nada desde el diciembre anterior hasta junio. Tengo un vacío en mi mente. En febrero hice un viaje para esquiar y estuvimos varios amigos en mi casa de Sierra Nevada, pero no recuerdo nada.

P. ¿Ha vuelto a conducir?

R. Volví a conducir, porque nunca he sido de tener miedo y siempre me enfrento a lo que surja. No permito que el miedo me bloquee, que es lo que me ha enseñado la vida. Pero por cosas del destino de la vida, por saltarme semáforos o similares, me quitaron el carné hace un año por varios meses. A raíz de eso, he optado por el transporte público, ya que está tan bien desarrollado en Madrid.

P. ¿Cómo le ha cambiado la vida el accidente?

R. Al final pienso que todas las personas tenemos un accidente a lo largo de la vida, ya sea un divorcio, la separación de los padres, la muerte de una mascota o sea lo que sea. En mi caso, ese detonante fue el accidente, que ha sido una forma de empezar a hacer las cosas más atípicamente, no como lo hace la mayoría de la gente. Es algo más que encaja conmigo.

P. ¿El proceso de recuperación fue muy duro?

R. No se hizo muy duro porque fui viviendo el presente, en lo que me tocaba cada día, sin mirar a lo que me quedaba por delante. Hubo momentos más duros, pero tengo muchos vídeos todos riéndonos y pasándolo muy bien. Otros son más íntimos cuando bajaba a la capilla con mi madre llorando porque me pusieron una escayola.

P. ¿Por qué el título de Las servilletas verdes?

R. Fue lo primero que salió, en un acto que conocí a Mercedes Pescador, la directora de Medialuna. Le empecé a enseñar mis textos a raíz de escribir en servilletas y papeles. Psicólogos y terapeutas me obligaban a escribir. Le gustaron y me preguntó si no me había planteado escribir un libro. Mi reacción fue decirle que no lo había pensado, pero, al decírmelo una editora, algo significará eso. Nos lanzamos a la aventura. El título es porque me encanta la hostelería, en cuanto las servilletas, y lo de verdes por ser mi color favorito y significar esperanza. También servilletas empieza por ser y los seis primeros capítulos del libro hablan de este tema.

P. Hábleme de su abuela Pilar.

R. En el libro la menciono. Me quedo sin palabras, porque ha sido una maestra de la vida. Siento un nudo en la garganta al hablar de ella. Es mi compañera, mi todo. A los tres meses de vivir en Ecuador opté por volver a Madrid y viví más de tres años con ella. Al final ves como el amor de abuela, que te deja hacer porque tiene esa experiencia de vida.

P. ¿Cómo marca ser el nieto del fundador de un emporio como Cuétara y Pascual?

R. Todo el mundo ve o intuye lo bueno que es ser el nieto, pero nadie ve todas las cosas malas o duras que conlleva, como el tener una gran responsabilidad y estar expuesto a las opiniones de los demás, ya desde pequeño. Desde que tienes 16 años ya eres accionista y tienes que ir cada mes a reuniones. Visto con 27 años, no pasa nada, pero siendo pequeño te fastidia ir a esa reunión. Al final, todo son perspectivas. Creo que nada tiene solo cosas malas o buenas. Las circunstancias no son determinantes, lo que determina es la actitud y cómo se encara la vida, como me ocurrió en el accidente. Al final salí adelante.

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 El nieto del fundador de Cuétara y Pascual, Agustín Bach Pascual, escribe un libro tras haber estado en coma 18 días y reorientar su vida  

Agustín Bach Pascual, chef y nieto del fundador de Galletas Cuétara y Pascual, en el Mercado de San Leopoldo, el 3 de abril.

Agustín Bach Pascual (Madrid, 27 años) es el nieto, por parte materna, del fundador de las empresas Cuétara y Pascual y, por el lado paterno, del creador del Hospital Virgen del Mar y de una compañía constructora. Eso siempre le ha motivado a este chef y amante de la cocina para ser un emprendedor. Sin embargo, su vida cambió a los 19 años cuando sufrió un accidente en Marbella (Málaga). Estuvo a punto de morir y los médicos no apostaban porque sobreviviera o, si lo hacía, se recuperara del todo. Su padre, de hecho, llegó a comprarle un traje para su funeral. Ahora, dirige el restaurante DAGUSTTO, en el mercado de San Leopoldo, en Madrid. Tras años de reflexión ha escrito un libro corto, Las servilletas verdes (Editorial Medialuna), donde refleja sobre cómo afrontar la vida y en el que colaboran familiares y amigos. Sonríe con facilidad y siempre recuerda las palabras que le decía su abuelo paterno (“churras, churras”), que siempre le recomendaba poner los pies en la tierra.

Pregunta. ¿Cómo fue el accidente?

Respuesta. Salí con mis amigos una noche. Opté por coger el coche y ya por la mañana, cuando regresaba a casa, paré en el arcén no recuerdo por qué. Un camión me chocó por la parte detrás de mi coche y yo salí despedido desde el arcén derecho hasta golpearme con la mediana en la cabeza. Allí me recogió la ambulancia. Entré en coma directo y fui al Hospital Carlos Haya de Málaga, de ahí pasé la de La Paz en Madrid y por último a la clínica Guttmann, en Girona, donde hice toda la recuperación. Al cabo de pocos meses, avancé mucho y conseguí salir pronto.

P. ¿No recuerda nada de cómo fue el accidente?

R. El accidente fue en abril y yo no recuerdo nada desde el diciembre anterior hasta junio. Tengo un vacío en mi mente. En febrero hice un viaje para esquiar y estuvimos varios amigos en mi casa de Sierra Nevada, pero no recuerdo nada.

P. ¿Ha vuelto a conducir?

R. Volví a conducir, porque nunca he sido de tener miedo y siempre me enfrento a lo que surja. No permito que el miedo me bloquee, que es lo que me ha enseñado la vida. Pero por cosas del destino de la vida, por saltarme semáforos o similares, me quitaron el carné hace un año por varios meses. A raíz de eso, he optado por el transporte público, ya que está tan bien desarrollado en Madrid.

P. ¿Cómo le ha cambiado la vida el accidente?

R. Al final pienso que todas las personas tenemos un accidente a lo largo de la vida, ya sea un divorcio, la separación de los padres, la muerte de una mascota o sea lo que sea. En mi caso, ese detonante fue el accidente, que ha sido una forma de empezar a hacer las cosas más atípicamente, no como lo hace la mayoría de la gente. Es algo más que encaja conmigo.

P. ¿El proceso de recuperación fue muy duro?

R. No se hizo muy duro porque fui viviendo el presente, en lo que me tocaba cada día, sin mirar a lo que me quedaba por delante. Hubo momentos más duros, pero tengo muchos vídeos todos riéndonos y pasándolo muy bien. Otros son más íntimos cuando bajaba a la capilla con mi madre llorando porque me pusieron una escayola.

P. ¿Por qué el título de Las servilletas verdes?

R. Fue lo primero que salió, en un acto que conocí a Mercedes Pescador, la directora de Medialuna. Le empecé a enseñar mis textos a raíz de escribir en servilletas y papeles. Psicólogos y terapeutas me obligaban a escribir. Le gustaron y me preguntó si no me había planteado escribir un libro. Mi reacción fue decirle que no lo había pensado, pero, al decírmelo una editora, algo significará eso. Nos lanzamos a la aventura. El título es porque me encanta la hostelería, en cuanto las servilletas, y lo de verdes por ser mi color favorito y significar esperanza. También servilletas empieza por ser y los seis primeros capítulos del libro hablan de este tema.

P. Hábleme de su abuela Pilar.

R. En el libro la menciono. Me quedo sin palabras, porque ha sido una maestra de la vida. Siento un nudo en la garganta al hablar de ella. Es mi compañera, mi todo. A los tres meses de vivir en Ecuador opté por volver a Madrid y viví más de tres años con ella. Al final ves como el amor de abuela, que te deja hacer porque tiene esa experiencia de vida.

P. ¿Cómo marca ser el nieto del fundador de un emporio como Cuétara y Pascual?

R. Todo el mundo ve o intuye lo bueno que es ser el nieto, pero nadie ve todas las cosas malas o duras que conlleva, como el tener una gran responsabilidad y estar expuesto a las opiniones de los demás, ya desde pequeño. Desde que tienes 16 años ya eres accionista y tienes que ir cada mes a reuniones. Visto con 27 años, no pasa nada, pero siendo pequeño te fastidia ir a esa reunión. Al final, todo son perspectivas. Creo que nada tiene solo cosas malas o buenas. Las circunstancias no son determinantes, lo que determina es la actitud y cómo se encara la vida, como me ocurrió en el accidente. Al final salí adelante.

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