Durante la celebración de Sant Jordi la semana pasada, Fernando Noguera Ballesta fue uno de los protagonistas destacados en la parada de la Editorial Letrame, donde firmó ejemplares de su novela Perlas de sangre. En pleno corazón de Barcelona, lectores de todas las edades se acercaron para conocer al autor, compartir impresiones sobre su obra y disfrutar de uno de los días más emblemáticos del panorama literario catalán.
Perlas de sangre sitúa al lector a principios del siglo XIX, en pleno auge del tráfico de esclavos entre la costa atlántica africana y el Caribe. La novela sigue la historia de Marcel Riera, un joven marino catalán que se embarca como oficial en la fragata La Santa Espina con rumbo a Cuba. En su travesía descubrirá el lado más oscuro y también más humano de la condición marítima: la crueldad, la codicia, el coraje, la amistad y el amor. La mar, omnipresente y poderosa, se convierte en eje central de un relato que es tanto una aventura como un viaje interior.
Fernando Noguera, nacido en Barcelona en 1949, es un autor con una sólida trayectoria literaria. Tras publicar su primer libro de relatos en 2005 y su primera novela en 2010, ha seguido explorando diferentes géneros y temáticas, desde la novela negra hasta las sagas familiares. Su estilo se caracteriza por una mirada nostálgica, sensible y profundamente humana. Perlas de sangre es su penúltima novela, mientras que Susurros en la noche se encuentra actualmente en proceso de edición.
La participación de Noguera en Sant Jordi no solo permitió a muchos lectores descubrir una obra con una sólida base histórica y emocional, sino que también ofreció un espacio de conexión genuina entre autor y público. El ambiente festivo de la jornada, repleto de libros, rosas y conversaciones literarias, reforzó el papel de la literatura como puente entre generaciones y territorios.
La Editorial Letrame acompañó y apoyó al autor en todo el proceso de publicación, contribuyendo a que Perlas de sangre llegara al público con todo su potencial narrativo y simbólico. Su presencia en Sant Jordi fue una prueba más de la vitalidad de la literatura de autor y del compromiso editorial con historias que merecen ser contadas.