El nuevo libro de Javier Cercas, El loco de Dios en el fin del mundo (Random House), es el resultado de la temeridad del Vaticano del papa Francisco, fallecido el pasado lunes. “Con otro Papa, este libro no existiría y la prueba es que no existe”, asegura el escritor en una conversación con este diario tras la presentación de su novela “sin ficción” en la Feria del Libro de Bogotá. El autor se inspiró en la travesía que emprendió con el séquito del pontífice a Mongolia en 2023, con el objetivo de que el Papa respondiera una sola pregunta: si su madre, cuando falleciera, se reuniría con su padre para gozar de la vida eterna.
Para Cercas (Cáceres, España, 63 años) fue una extrañeza que los colaboradores de Jorge Mario Bergoglio lo buscasen para escribir un libro sobre el Papa y la Iglesia católica, aún más con sus credenciales de ser “ateo, anticlerical y laicista militante”, según sus propias palabras. “Arriesgaron bastante. Ellos no sabían lo que iba a escribir y ni siquiera leyeron el libro antes de que se publicara”, afirma. Aun así, obtuvo un total acceso a la cúpula del Vaticano para preguntar, sobre todo, por teología, un área que para el autor estaba poco explorada en lo que se escribía de Francisco.
“Antes de escribir, veía entrevistas del papa y me asombraba que prácticamente solo se hablaba de política. Él no era un líder político, no tenía un poder ejecutivo real. La religión quedaba totalmente enterrada. Eso me dejaba perplejo, y por eso quise preguntarle por la resurrección de la carne y la vida eterna, los temas que sí son de su incumbencia”, sostiene.
Con otro Papa, este libro no existiría y la prueba es que no existe
Ha sido la casualidad o el destino —“un timing especial, casi milagroso”, según el pensador Alejandro Gaviria, que presentó la obra en Bogotá— que el libro se publicase apenas unos días antes de la muerte de Francisco. Ahora, el autor se ha convertido, sin quererlo, en un portavoz del pontífice. “Eso es culpa de los medios”, bromea. “No soy un especialista, ni pretendo serlo. Lo he estudiado [al Papa] durante dos años, pero para especialista, un cardenal”. Lo que está claro es que esa sincronía ha atraído a muchos lectores, curiosos por saber más, lo que puedan, del fallecido pontífice.
Con todo, Cercas habla con gran soltura cuando se le pregunta sobre el papado de Bergoglio y sobre la palabra tan usada estos días para describirlo: revolucionario. “No es realista” denominarlo así, dice, pues aunque planteó asuntos como el rol de las mujeres en la Iglesia o la aceptación de la comunidad LGTBI, “aún quedó muy lejos” de una revolución. “Si el papa Francisco hubiese llegado hasta donde quería llegar, sin duda alguna hubiera habido un cisma, o dos, o tres”.
Aunque para muchos progresistas los avances fueron mínimos, el autor recalca que Francisco fue un Papa muy incómodo para los sectores conservadores. “Decir que no ha cambiado nada es falso. Por un motivo vimos a muchos curas rezando por su muerte”, contrasta. La mayor revolución del pontífice, según Cercas, fue la sinodalidad. “Es la palabra que definió el papado de Francisco. Él quería una Iglesia horizontal, más democrática y asamblearia, más cercana al cristianismo primitivo. Eso daba mucho miedo a los sectores reaccionarios”, explica.
Esta visión institucional no hizo a Francisco un Papa “de izquierdas”. “Es un error interpretar lo que ocurre en la Iglesia en nuestros términos políticos laicos. Francisco no era ni de izquierdas ni de derechas. Era ambas cosas: más próximo a la izquierda desde el punto de vista social y más próximo a la derecha desde el punto de vista moral”. Más allá de este debate, lo esencial para el autor no es la dimensión geopolítica de Francisco, sino su visión espiritual, como lo reivindica en varios apartados de su libro.
Yo no soy un especialista, ni pretendo serlo. Lo he estudiado [al Papa] durante dos años, pero para especialista, un cardenal
Ciertamente, la política no escapará al cónclave que iniciará en pocos días en el Vaticano para elegir al sucesor de Bergoglio. La previsión dominante desde cuando el Papa estaba hospitalizado, dice Cercas, es que el próximo pontífice estaría alienado con el giro neoconservador y reaccionario que han abanderado en el último año figuras como Donald Trump o Javier Milei. El autor no cree que sea el caso. Su argumento, sencillo, “pero que muchos no notan”, es que Francisco nombró a casi el 80% de los cardenales que votarán. “No quiere decir que todos comulguen absolutamente con su visión de las cosas, pero quiere decir que no están tan alejados”, precisa.
Cercas rehúye a cualquier certeza, pero aventura dos opciones sobre lo que puede ocurrir: “Veo dos posibilidades generales. Por un lado, un Papa que prosiga la línea de Francisco de manera más moderada. Por otro, uno que frene de algún modo el ritmo de los cambios y que vaya para atrás sin que se note mucho el retroceso”. En otras palabras, no espera que sea elegido un radical de ningún extremo, pero menos aún de los progresistas. “Que los cardenales elijan a un hombre que siga las reformas con más intensidad [que Bergoglio] me parece imposible”, sentencia.
Los coletazos por la muerte del Papa, explica, lo han asombrado. “Decimos que Europa y el mundo ya no son católicos, pues vaya si lo fueran…”, ironiza. El éxito de su libro ha sido uno de esos efectos colaterales: fue uno de los más vendidos en el Sant Jordi de Barcelona el pasado día 23 y, a este paso, probablemente encabezará las listas de la Feria del Libro de Bogotá.
“La Iglesia tiene un poder de tracción inmenso”, reconoce, pero no le intimida darle un consejo a una institución de 2.000 años de antigüedad: cambiar su comunicación. Para Cercas, el Vaticano tiene la oportunidad de representar “la nueva visión del mundo” solo si supera el que considera su mayor problema en la actualidad: un lenguaje “sin frescura, sin vitalidad, sin atractivo, sin fuerza” en todas sus categorías, desde las homilías hasta los medios vaticanos. La Iglesia, concluye, debería “aprender algo de Francisco e incorporar el sentido del humor”.
El escritor español presenta en Bogotá su nuevo libro, ‘El loco de Dios en el fin del mundo’, inspirado en un viaje que hizo con el fallecido pontífice a Mongolia
El nuevo libro de Javier Cercas, El loco de Dios en el fin del mundo (Random House), es el resultado de la temeridad del Vaticano del papa Francisco, fallecido el pasado lunes. “Con otro Papa, este libro no existiría y la prueba es que no existe”, asegura el escritor en una conversación con este diario tras la presentación de su novela “sin ficción” en la Feria del Libro de Bogotá. El autor se inspiró en la travesía que emprendió con el séquito del pontífice a Mongolia en 2023, con el objetivo de que el Papa respondiera una sola pregunta: si su madre, cuando falleciera, se reuniría con su padre para gozar de la vida eterna.
Para Cercas (Cáceres, España, 63 años) fue una extrañeza que los colaboradores de Jorge Mario Bergoglio lo buscasen para escribir un libro sobre el Papa y la Iglesia católica, aún más con sus credenciales de ser “ateo, anticlerical y laicista militante”, según sus propias palabras. “Arriesgaron bastante. Ellos no sabían lo que iba a escribir y ni siquiera leyeron el libro antes de que se publicara”, afirma. Aun así, obtuvo un total acceso a la cúpula del Vaticano para preguntar, sobre todo, por teología, un área que para el autor estaba poco explorada en lo que se escribía de Francisco.
“Antes de escribir, veía entrevistas del papa y me asombraba que prácticamente solo se hablaba de política. Él no era un líder político, no tenía un poder ejecutivo real. La religión quedaba totalmente enterrada. Eso me dejaba perplejo, y por eso quise preguntarle por la resurrección de la carne y la vida eterna, los temas que sí son de su incumbencia”, sostiene.
Con otro Papa, este libro no existiría y la prueba es que no existe
Ha sido la casualidad o el destino —“un timing especial, casi milagroso”, según el pensador Alejandro Gaviria, que presentó la obra en Bogotá— que el libro se publicase apenas unos días antes de la muerte de Francisco. Ahora, el autor se ha convertido, sin quererlo, en un portavoz del pontífice. “Eso es culpa de los medios”, bromea. “No soy un especialista, ni pretendo serlo. Lo he estudiado [al Papa] durante dos años, pero para especialista, un cardenal”. Lo que está claro es que esa sincronía ha atraído a muchos lectores, curiosos por saber más, lo que puedan, del fallecido pontífice.
Con todo, Cercas habla con gran soltura cuando se le pregunta sobre el papado de Bergoglio y sobre la palabra tan usada estos días para describirlo: revolucionario. “No es realista” denominarlo así, dice, pues aunque planteó asuntos como el rol de las mujeres en la Iglesia o la aceptación de la comunidad LGTBI, “aún quedó muy lejos” de una revolución. “Si el papa Francisco hubiese llegado hasta donde quería llegar, sin duda alguna hubiera habido un cisma, o dos, o tres”.

Aunque para muchos progresistas los avances fueron mínimos, el autor recalca que Francisco fue un Papa muy incómodo para los sectores conservadores. “Decir que no ha cambiado nada es falso. Por un motivo vimos a muchos curas rezando por su muerte”, contrasta. La mayor revolución del pontífice, según Cercas, fue la sinodalidad. “Es la palabra que definió el papado de Francisco. Él quería una Iglesia horizontal, más democrática y asamblearia, más cercana al cristianismo primitivo. Eso daba mucho miedo a los sectores reaccionarios”, explica.
Esta visión institucional no hizo a Francisco un Papa “de izquierdas”. “Es un error interpretar lo que ocurre en la Iglesia en nuestros términos políticos laicos. Francisco no era ni de izquierdas ni de derechas. Era ambas cosas: más próximo a la izquierda desde el punto de vista social y más próximo a la derecha desde el punto de vista moral”. Más allá de este debate, lo esencial para el autor no es la dimensión geopolítica de Francisco, sino su visión espiritual, como lo reivindica en varios apartados de su libro.
Yo no soy un especialista, ni pretendo serlo. Lo he estudiado [al Papa] durante dos años, pero para especialista, un cardenal
Ciertamente, la política no escapará al cónclave que iniciará en pocos días en el Vaticano para elegir al sucesor de Bergoglio. La previsión dominante desde cuando el Papa estaba hospitalizado, dice Cercas, es que el próximo pontífice estaría alienado con el giro neoconservador y reaccionario que han abanderado en el último año figuras como Donald Trump o Javier Milei. El autor no cree que sea el caso. Su argumento, sencillo, “pero que muchos no notan”, es que Francisco nombró a casi el 80% de los cardenales que votarán. “No quiere decir que todos comulguen absolutamente con su visión de las cosas, pero quiere decir que no están tan alejados”, precisa.
Cercas rehúye a cualquier certeza, pero aventura dos opciones sobre lo que puede ocurrir: “Veo dos posibilidades generales. Por un lado, un Papa que prosiga la línea de Francisco de manera más moderada. Por otro, uno que frene de algún modo el ritmo de los cambios y que vaya para atrás sin que se note mucho el retroceso”. En otras palabras, no espera que sea elegido un radical de ningún extremo, pero menos aún de los progresistas. “Que los cardenales elijan a un hombre que siga las reformas con más intensidad [que Bergoglio] me parece imposible”, sentencia.

Los coletazos por la muerte del Papa, explica, lo han asombrado. “Decimos que Europa y el mundo ya no son católicos, pues vaya si lo fueran…”, ironiza. El éxito de su libro ha sido uno de esos efectos colaterales: fue uno de los más vendidos en el Sant Jordi de Barcelona el pasado día 23 y, a este paso, probablemente encabezará las listas de la Feria del Libro de Bogotá.
“La Iglesia tiene un poder de tracción inmenso”, reconoce, pero no le intimida darle un consejo a una institución de 2.000 años de antigüedad: cambiar su comunicación. Para Cercas, el Vaticano tiene la oportunidad de representar “la nueva visión del mundo” solo si supera el que considera su mayor problema en la actualidad: un lenguaje “sin frescura, sin vitalidad, sin atractivo, sin fuerza” en todas sus categorías, desde las homilías hasta los medios vaticanos. La Iglesia, concluye, debería “aprender algo de Francisco e incorporar el sentido del humor”.
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