Avelina Prat entrega una historia sobre el derecho a la impostura, pero no cualquier engaño: solo aquel que nos convierta en mejores personas
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia
Avelina Prat entrega una historia sobre el derecho a la impostura, pero no cualquier engaño: solo aquel que nos convierta en mejores personas
Tráiler de ‘Una quinta portuguesa’
n «}},»video_agency»:false,»alt_image»:»Tráiler de ‘Una quinta portuguesa'»},»url»:»https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6YDMYLW44FATXFQQB5CCCEMO54.jpg?auth=a8cd2f274871aef18829a47938cc9416f8fa601c4e49fcec0e8e7f37a67867d7&width=1200&height=675&smart=true»,»alt»:»Tráiler de ‘Una quinta portuguesa'»,»ogWidth»:16,»ogHeight»:9});

La filosófica frase “quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos” ha inspirado no pocas obras de arte que en nada se parecen respecto de sus épocas y estilos, salvo por el hecho de preguntarse acerca de la existencia humana con benditas cargas de profundidad, o incluso de ligereza. De un famoso cuadro de Paul Gauguin a una enérgica canción de Siniestro Total, la triple expresión suele ir conjunta, pero Avelina Prat, sin citarla en ningún momento en Una quinta portuguesa, su hermosa segunda película como directora, parece haberla desgajado para desterrar la segunda de las cuestiones. Quizá lo esencial sea adónde vamos, mientras imponemos un cierto derecho al olvido con el de dónde venimos, y vamos buscando interiormente para llegar a saber quiénes somos.
Una quinta portuguesa es una historia sobre el derecho a la impostura, pero no a cualquier tipo de engaño: solo a aquel que nos convierta en mejores personas. Prat, arquitecta de formación, forjada cinematográficamente como script de relevantes cineastas durante muchos años de rodajes, debutó en 2022 con una obra cargada de humanismo: Vasil. En su nuevo trabajo se acerca a la posibilidad de dejar atrás lo que se ha sido para convertirse en otro. Y hacerlo con dignidad, con nobleza. Así, sus cuatro personajes principales son maravillosos impostores en busca de un lugar en el mundo.
El magnífico Manolo Solo interpreta a un hombre triste y traicionado, a un profesor de universidad que nunca ha ejercido el conocimiento práctico, refugiado siempre en la erudición del pasado, al que ha abandonado su mujer. Y un día, tras un golpe del azar, decide ser otro. Algo semejante le ocurre a la dueña (María de Medeiros) de la quinta a la que va a parar aquel para trabajar como jardinero, un personaje femenino que sirve a la directora y guionista para reflexionar acerca del colonialismo portugués. Y más de lo mismo pasa con las dos mujeres serbias que vivieron el drama de la guerra civil y que completan una misteriosa película de profundos aires literarios (aunque no se base en novela alguna), sin dejar en todo momento de ser excelente cine.

Tres bloques conforman el relato de Una quinta portuguesa, sucesivamente enigmáticos y hondos, separados por una formidable y explosiva elipsis que rompe con años de existencia. Las criaturas inventadas por Prat, que por su parte se reinventan a sí mismas, no escapan, simplemente buscan. Y no tanto una nueva identidad como una nueva tierra. Todo ello con el simbolismo de la jardinería, como árboles que se trasplantan a otro lugar y, sin dejar de ser ellos mismos, terminan viendo la vida desde otro tiesto, con otra luz, y creciendo de un modo distinto.
Pese a que Vasil supuso un debut más que meritorio, hay un gran salto de calidad en el cine de Prat: por la enorme clase de su escritura; y por su ambición, ya que junto a su relato central no dejan de surgir pequeñas historias y personajes de un raro y seductor atractivo. Una quinta portuguesa escapa del realismo social en boga para abrazar un cautivador lirismo de la cotidianidad, algo a lo que estamos acostumbrados en las novelas y no tanto en el cine español. Bienvenido sea. “A casa”, responde el rol de Solo en un determinado momento de la película, cuando por fin sabe adónde ir. Aunque ese hogar sea el más inesperado.
Una quinta portuguesa
Dirección: Avelina Prat.
Intérpretes: Manolo Solo, María de Medeiros, Branka Katic, Rita Cabaco.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 114 minutos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Añadir usuarioContinuar leyendo aquí
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Flecha
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de ‘Hoy por hoy’, en la SER y de ‘Historia de nuestro cine’, en La2 de TVE. Autor de ‘De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos’. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos
Más información
Archivado En
Feed MRSS-S Noticias
La filosófica frase “quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos” ha inspirado no pocas obras de arte que en nada se parecen respecto de sus épocas y estilos, salvo por el hecho de preguntarse acerca de la existencia humana con benditas cargas de profundidad, o incluso de ligereza. De un famoso cuadro de Paul Gauguin a una enérgica canción de Siniestro Total, la triple expresión suele ir conjunta, pero Avelina Prat, sin citarla en ningún momento en Una quinta portuguesa, su hermosa segunda película como directora, parece haberla desgajado para desterrar la segunda de las cuestiones. Quizá lo esencial sea adónde vamos, mientras imponemos un cierto derecho al olvido con el de dónde venimos, y vamos buscando interiormente para llegar a saber quiénes somos.
Una quinta portuguesa
Dirección: Avelina Prat.
Intérpretes: Manolo Solo, María de Medeiros, Branka Katic, Rita Cabaco.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 114 minutos.